El gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), no sólo dejó huella en la historia y en la modernización del país, sino también tuvo un gran impacto en la arquitectura, donde franceses e italianos.
Las obras más representativas del periodo son la Casa Boker (1898) y la Mutua (1900) de los arquitectos Lemos y Cordes; el edificio de la Secretaría de Comunicaciones (1906) de Silvio Contri, edificado en el predio donde se encontraba el antiguo Hospital de San Andrés frente al Palacio de Minería; el nuevo teatro Nacional (Palacio de Bellas Artes, 1902-1934) iniciado por Adamo Boari aunque su construcción se extendió hasta los años treinta por la revolución mexicana y fue concluido por Federico Mariscal; también de Boari, el Palacio Postal (1907); el templo de San Felipe de Jesús (1897) obra de Emilio Dondé; la cámara de Diputados de Donceles (hoy Asamblea de Representantes, 1911) del arquitecto Mauricio Campos; el templo del Buen Tono del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo; la columna de la independencia de Antonio Rivas Mercado (1910) y la estructura inconclusa del Palacio Legislativo del arquitecto Emile Bernard (hoy monumento a la Revolución).
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